domingo, diciembre 24, 2006

Puerto Moooooooontt


Vengo llegando de la ciudad de las 4 colinas, Melipulli o Puerto Montt. Fue un arduo viaje, en todos los sentidos que puede considerarse arduo.

Dios nos dio un gran recibimiento, nos tiró el agua a baldazos y nos despeinó con furiosos vientos arremolinados. Pero el implacable clima no impidió que disfrutáramos cada paisaje y cada detalle del viaje.

Los lobos marinos jugaban cerca del transbordador que nos llevó a Chiloé, felices de vernos y bendecidos por la lluvia.

Para qué decir que nos mojamos, sólo precisar que "NOS MOJAMOS" enteros, de pie a cabeza y desde afuera hacia adentro. Ningún centímetro de nuestro cuerpo se salvó de estar mojado.

Puerto Octay era muy bonito, el lago tranquilo y la vista panorámica desde el cementerio era algo así como entre tétrico y fantástico. Felipe disfrutó especialmente, esta parte de nuestro periplo.

Insólitamente en varios lugares de Puerto Montt encontramos tiendas donde vendían poleras metaleras y bolsos negros y pulseras de grupos cuyos nombres son irreproducibles para mí, con lo que Felipe quedó más que feliz y con una gran imagen del "estilo portomontino".

En la ciudad me impresionó que el diseño vial no está hecho para los peatones. Las veredas terminan sin cruces ni espacios para que el transeunte siga avanzando. Los automovilistas no señalizan ni respetan los cruces peatonales y los peatones, tampoco respetan los semáforos.

Me llamó la atención que siendo una ciudad tan apta para el turismo, las personas que atienden locales y kioscos no son amables, muy por el contrario, parecen estresados y poco comunicativos (algunos familiares también). En fin, puede ser culpa de la época navideña.

En el terminal de buses se pueden contratar tours para todas partes y de todo tipo, por precios muy módicos. Esto lo recomiendo de todas maneras, ya que hace un par de años también tomé un tour y quedé muy satisfecha con la atención y con el recorrido.

Mi abuelo me recomendó que para la próxima arrendáramos un auto para recorrer el Chiloé de verdad, donde según él cuenta, se siente la amabilidad y generosidad de la gente de la Isla Grande, en todo su esplendor.

Por último, en una esquina de la ciudad nosa encontramos con una pila de animitas, de distintos tamaños, pero todas pintadas de color morado. Mi papá nos contó que se trataba de un personaje llemado Fortuoso Soto, quien fuera asesinado ya hace muchos años. Alguien le hizo una manda y descubrió que el tal Fortuoso era milagroso, entonces otros le han pedido favores y han sido agradecidos con animitas y obras de mejoramiento, como la pintura de color morado.

Como soy curiosa, descubrí en una página web, un ensayo del historiador Oreste Plath, en que se hace referencia al tema de las supersticiones que se esconden tras la muerte, mencionando también este caso.

Espero poner pronto las fotos que sacamos en el viaje.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias compañera por un bello viaje, conocer tu familia, compartir la lluvia, admirar el verde, comer y comer, pasear y curiosear. Lindo cachorro.
Paz

Die Führerin dijo...

Refiriendome brevemente a lo de los lugares que "venden poleras negras" como dice mi mamá, por si Ud. no lo sabía, Pto. Montt fue, es y será por antonomasia "la" ciudad metalera. Lo que Seattle es al grunge, Pto. Montt lo es al death, power, speed o como sea que se llame el subgénero del metal. Nosé porqué, pero desde tiempos ancestrales (ya.. ni tanto) el pueblo y sus habitantes (o por lo menos un sector) ha tenido feeling con esta tribu urbana. Será el clima??? Lo dejo a su criterio. Lo que es a mí, algo me quedó del gusto por los chascones...